martes, 1 de julio de 2008

MARIA DEL MONTE CARMELO, CARMEN, MADRE

Cuando el aroma del azahar y la cera de la Semana Santa quedaron atrás, dando paso a la armonía floral de las Cruces de Mayo. En estos días que la primavera da paso a la época estival. A través del mar, de nuestro mar, la brisa nos trae sonidos de oración desde el Monte Carmelo, de cantos de marinos que al caer la tarde con los últimos rayos de sol cantan a María encomendándose a Ella y pidiendo su intercesión por los que un día siguieron su camino buscándola a través del extenso mar.

Almería se hace más carmelita en estos días del año. Ya no son días de que las mujeres de la Almería de intramuros, la Almería bañada por el mar y de las huertas, se desplacen a otras casas portando una pequeña urna que a modo de Capilla depositarán para que ampare cada rincón de ese hogar.

De niño me mostraban a Dios, mejor dicho su ojo, su mirada que todo lo ve en medio de un triangulo. Tres lados, la Santísima Trinidad pero también tres vértices y en cada uno de ellos María actúa como intercesora. En el vértice superior el Barrio de las Huertas, y en los inferiores los dos barrios de pescadores, “Pescadería” y el “Zapillo” y en las tres Marías se representa con hábito marrón y escapulario, portando en brazos a Jesús. Es la Virgen del Carmen de honda devoción por parte de los almerienses.

En los vértices inferiores a la Virgen del Carmen le ofrecen el fruto recogido por los hombres de la Mar; el pez, símbolo de los primeros cristianos y en el vértice superior el fruto de la Tierra. En estos días Almería recupera su memoria y los edificios se hacen casi invisibles para que podamos ver las viejas huertas que se encontraban junto al antiguo convento trinitario del humilladero de San Sebastián, ocultas bajo el pavimento y ahí está Ella, esperando la visita de sus devotos que se acercan a darle las gracias o a suplicarle. Ahí está en silencio, atenta, mostrando a su Hijo.

Una oración, una salve. El brillo de los ojos nos muestra la emoción de quién está ante Ella, y el Niño compasivo levanta su brazo y bendice a quien tiene delante. La Madre observa y sonríe y esa sonrisa es la que nos llevamos reflejada en nuestra mirada al alejarnos. Volvemos la mirada y ahí está Ella, observa y espera.

José Antonio Sánchez Santander
Presidente de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Almería